Los maestros tienen que contagiar el gusto por la lectura y el placer de la lectura de poesía

| POR Virginia Krasniansky
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Un verdadero agasajo entrevistar a un escritor poeta, cuentista y novelista mexicano. Nos conocimos en Buenos Aires, invitados respectivamente por la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Fabio participó en el Festival de poesía y presentó varios libros de su autoría y yo presenté Club de Lectores poniendo énfasis en que es un punto de venta de libros que acerca a los autores con los lectores, con el fin de que los maestros de educación básica y el público en general pueden compartir ideas, pensamientos y leer sus libros.

¿Cómo te gustaría presentarte?
En pocas palabras soy escritor y profesor universitario, mejor dicho, investigador de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). He dedicado toda mi vida a la escritura.

Naciste en Alejandría y tu lengua materna es el italiano, ¿qué tan difícil es escribir en español y también ser traductor?
Yo llegué a México a los 15 años y el cambio fue bastante abrupto. Esa es una edad fronteriza y si le agregamos un cambio de país, cultura, lengua y mentalidad, es fácil comprender que no fue fácil para mí hacerme a la idea que había dejado Italia para siempre. Pero un chavo a los 15 años tiene una facilidad de adaptación y una plasticidad grandes, lo que me permitió integrarme a la realidad mexicana. En relación con lo que escribo, nunca tuve la menor duda que tenía que hacerlo en español porque era el idioma que me rodeaba y me sentía suficientemente dueño del dominio del idioma. La vocación de escritor la tuve desde niño y mi escritura tenía que ser en el idioma que vivía todos los días. Sin embargo, cuando todavía no hablaba bien español escribía cuentitos en italiano, mi lengua madre. Pero desde el momento en que la vocación literaria se convirtió en algo más serio, no he escrito cuentos ni poesía en italiano.

Me han llamado mucho la atención tus poemas. Al leerlos me emocionaron y parecen pequeños cuentos porque falta la rima.
La mayor parte de la poesía que se escribe desde el siglo pasado es preponderantemente sin rima. Se le llama poesía en verso libre, que no obedece a un conteo de sílabas y de rima definida. Muchas veces tiene un carácter narrativo o más bien sutilmente narrativo. Mi poesía se inscribe en esta tendencia.

¿Crees que la poesía sea el género más artístico de la literatura? ¿Cómo se puede impulsar en la escuela el gusto por la poesía y su lectura?
Es un tema importante y delicado el que tocas porque deja traslucir la situación de la poesía, no solamente en las escuelas sino en toda la sociedad. No es secreto que la poesía se lee y se vende poco. Las personas aparentemente le tienen cierto temor porque tiene fama de ser poco comprensible. Las novelas y los cuentos se entienden mejor y se leen con más facilidad. Hay que enfatizar aquí que la lectura no debe ser una obligación. Los maestros tienen que contagiar el gusto por la lectura y el placer de la lectura de poesía.

Quisiera preguntarte sobre el libro dedicado a cuentos populares mexicanos que has reescrito y del que coordinaste la edición, que se acompaña de trabajos de ilustradores mexicanos muy connotados. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
Con respecto al libro de cuentos populares mexicanos que mencionas, fueron reescritos por mí porque se me presentaron en forma de documentos antropológicos. Los antropólogos se encargaron de rescatar y conservar los cuentos populares mexicanos, y lo hicieron grabando a los narradores. La dificultad para mí fue que los narradores de los pueblos originarios hablaban con sus características propias y al transcribir palabra por palabra se desvirtuaban un poco las historias. Por eso fue necesario reescribirlas con espíritu literario, para incidir en el gusto por la lectura. Fue una verdadera tarea de traducción. No de un idioma a otro, sino que fue una traducción de una dimensión oral a una dimensión escrita. Son dos dimensiones diferentes. El que lee un cuento lo lee a solas, en el silencio del entorno que habita; eso es diferente a lo que sucede con el relato oral. Yo diría que es una traducción semiológica y la realicé con mucho placer porque fue mi acercamiento a la cultura popular mexicana. Tuve que leer muchos cuentos de diferentes culturas. Quisiera señalar que a diferencia de lo que creen muchas personas, que esos cuentos reflejan el alma del país, yo diría que son cuentos internacionales, cuentos migratorios que tienen una capacidad de repetición y de migración extraordinarias: la misma historia que aprende un niño alemán, la aprende un niño mexicano. Son historias que se han ido forjando de país en país, manteniendo su trama principal. Son historias que se han aclimatado en cada región haciendo sentir que son historias propias, pero en realidad reflejan sentimientos inherentes y universales que pertenecen a los seres humanos.

¿Qué opinas respecto a las posibilidades que tenemos ahora de utilizar las nuevas tecnologías y conocer otras realidades y culturas en beneficio de la comunicación?
Ahora se puede recoger un cuento popular grabando al narrador local y no se pierde la forma teatral que es parte de la realidad intrínseca de los cuentos. Tenemos que poner atención en que hoy incluso en los pueblos más distantes y apartados de México existe el internet y eso ha causado que la necesidad de tener a un contador que cuente historias haya prácticamente desaparecido. Sin embargo, han aparecido narradores orales urbanos que visitan escuelas y hospitales y permiten el resurgimiento de la tradición oral recreando el género de contar historias para oírlas mejor. Esto está sucediendo en las ciudades. En cambio, en el caso de los narradores de los pueblos originarios, los relatos se comparten con el público asistente; los presentes en los auditorios han sido parte de los acontecimientos que se relatan y por lo tanto la participación es diferente, es una creación colectiva. Esta revitalización urbana me da gusto porque permite el resurgimiento del relato y de este género de contar historias.

¿Para generar el deseo de leer y que no se vea como una obligación, para promocionar la lectura, consideras que la experiencia lectora que los maestros trasmiten puede motivar a sus alumnos a leer con entusiasmo?
En efecto, la forma más adecuada de propiciar en el alumno el gusto por las historias es justamente que las oigan antes de leerlas, invitar a contadores a ir al aula de la escuela para que relaten algunas historias. Esto seguramente favorecerá el gusto por la narración oral y lo trasmitirá a una narración escrita.

Para finalizar ¿qué más quisieras decir a nuestros lectores?
Desearía insistir mucho en desarrollar el placer de leer. Yo les diría a los maestros y a las maestras que trasmitan ese placer a sus alumnos; que no se sientan obligados a recomendar lecturas clásicas sino más bien que recomienden aquellas que hayan dejado en ellos huellas satisfactorias.
También deseo agradecer a Club de Lectores esta oportunidad de estar presente con sus lectores.

Numero 93

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