En tiempos de pandemia, continuamos con nuestro trabajo en Club de Lectores , un espacio y punto de promoción de lectura dirigido a maestros y público en general que acerca a autores con lectores y que permite seleccionar obras de diferentes temas. En esta oportunidad, entrevistamos a Raquel Castro, escritora, periodista y traductora de amplia trayectoria.
Raquel, para comenzar nuestra entrevista, ¿cómo te presentarías?
Comencé a escribir desde muy niña. Mi madre era maestra de literatura y de lectura y redacción; en secundaria daba clases de español y en bachillerato de lectura y redacción. Por eso, leer formaba parte de mi cotidianeidad e incursionaba en las lecturas que ella enseñaba. Por cierto, en estos días recordé que ella me leyó en voz alta El perfume , de Patrick Süskind, pero con algunos cambios al texto original. También, antes de sus clases, me ponía los ejercicios de redacción que daba a sus alumnos; yo era como su alumnilla de indias. Rememorando a la distancia, lo hacía para comprobar que la tarea que ella indicaría en la escuela era comprensible. Por todo eso, para mí escribir siempre ha sido y sigue siendo una actividad lúdica. Jugaba con mis amigos inventando historias y personajes. Elaboraba lo que ahora se llama fanfic (término anglosajón), que se refiere a historias de ficción creadas por fans y para fans, en las que se toma un texto original o persona famosa como punto de partida. Lo hice durante la primaria, la secundaria y hasta la universidad. Fue en esa última etapa cuando comencé a escribir guiones y entendí una diferencia entre lo que escribía por encargo y lo que era por gusto: los textos por encargo tenían que estar bien hechos y cumplir con ciertos requisitos, lo que hacía por gusto salía del alma, nomás. Así que decidí juntar lo mejor de las dos experiencias: recopilé muchos escritos al vapor de anécdotas vividas con mis amigos y me dediqué a trabajarlos, corregirlos, darles otra forma y estructura... Y lo que resultó del experimento fue mi primera novela.
¿Cuál fue tu primera novela?
Se llama Ojos llenos de sombra. Por sugerencia de Alberto Chimal, mi esposo, la envié al concurso del Premio de novela juvenil Gran Angular, que organizaba CONACULTA y editorial SM. Ganó ese año, fue en 2012. A partir de esa experiencia y gracias al estímulo obtenido, me animé a seguir escribiendo, pues sentía que tenía más historias en la cabeza.
¡Qué buena experiencia nos compartes! ¿Crees que en la actualidad se han abierto más espacios a mujeres escritoras, especialmente mexicanas?
Nosotras, las mujeres mexicanas, nos hemos abierto más espacios. Esto ha sucedido de abajo hacia arriba y no a la inversa. No es que las editoriales nos hayan abierto oportunidades primero, sino que varias generaciones de mujeres han luchado y trabajado para tener más visibilidad, por eso estamos en un momento muy favorable. Hoy, las escritoras tienen oportunidades de escribir sobre diversos temas y ya no son encasilladas en determinadas categorías de literatura. Va cambiando la actitud del mundo editorial.
¿Crees que la biblioteca es un espacio para significar el contenido de los libros y que la promoción de la lectura debería ser una práctica cotidiana en las bibliotecas?
Claro que sí, la biblioteca debe ser uno de los pilares sociales que tenemos que resignificar. Mi experiencia es que cuando me portaba mal en la escuela, me mandaban castigada a la biblioteca. Yo me portaba mal a propósito para ir a la biblioteca. Creo que entrar a una biblioteca sin un guía es como entrar en un bosque sin rumbo. Lo importante es tender un puente entre la experiencia individual de la lectura y la experiencia colectiva para compartir la vivencia; poder platicar del libro que se ha leído, sobre los personajes, la comprensión y hacer juegos a partir de ello. Asistir a las bibliotecas es un recurso que se debe impulsar para el fomento de la lectura.
Los niños tienen asociada la lectura a la emocionalidad y a momentos afectivos, por eso eligen lo que les interesa y divierte. Tu mencionas la parte lúdica de la lectura, ¿qué opinas sobre la lectura en las pantallas?
Hay una tendencia para usar el libro como un objeto moralizante... Se hacen comentarios como: lee para que seas mejor persona, lee para saber más, lee para tener un mejor trabajo. Hay que regresar a la idea de que la literatura busca deleitarnos, conmovernos; en estos tiempos necesitamos, más que nunca, la empatía. Es vital que la literatura nos permita transportarnos a otros mundos e identificarnos con otros personajes. Creo que hay que enfatizar y trabajar con niños, niñas y adolescentes sobre las diferencias entre los personajes y las situaciones que se narran en los libros. Es muy importante darse cuenta de que los relatos encierran siempre historias secretas. La lectura en las pantallas es una posibilidad de recibir la información de manera atractiva, veloz, iconográfica, además de entretenida.
Los niños y los jóvenes nacieron con y entre pantallas, ¿crees que estas y el streaming compiten con los libros tradicionales, me refiero a los libros en papel?
Yo creo que la tecnología, en todas las manifestaciones, compite con los libros tradicionales en papel. Las redes sociales ocupan la atención de los usuarios por muchas horas. Por ejemplo, sucede que estoy leyendo un libro, muy atrapada por el relato, y me llega una noticia en el teléfono celular; esto genera otro tipo de atención. Ante esto, tenemos que encontrar estrategias para que haya una convivencia y alianza entre lectura y los avances tecnológicos, independientemente del soporte que tenga el contenido. Leer es una experiencia sensorial completa, no apela solamente a los ojos o a los oídos, sino que también es una experiencia de convivencia. Los padres leen a sus hijos antes de dormir, los maestros leen en voz alta a sus alumnos para compartir en el grupo y luego hacer trabajos de enseñanza-aprendizaje con la comprensión lectora.
Tú escribes cuentos con temática de zombis, ese es un contenido que tiene mucha demanda entre los jóvenes lectores. ¿Cuál es la diferencia entre horror, misterio y la realidad que vivimos?
La realidad que estamos viviendo es muy dura y salvaje. Acercarnos a los temas que a veces son tabú en un ámbito protegido es una necesidad. El horror entra de manera subliminal por las noticias que se leen y escuchan en los noticieros y en las redes sociales, en las que hay temas de robo, feminicidio, pandemia, etc. La literatura nos permite poner palabras al miedo y permite tener control sobre las experiencias de vida que no se pueden controlar. Leer sobre personajes zombis es también un trabajo lúdico que permite poder asomarse al horror sin que éste te trague. Yo creo que en tiempos de crisis, los lectores se orientan hacia esas temáticas; en la época de plaga había más historias de vampiros. Agradezco a Club de Lectores la oportunidad de acercarme a los maestros y al público en general y espero recibir comentarios sobre las lecturas que realicen.
Numero 77
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