Es muy importante que un maestro comunique a sus alumnos su propia experiencia de lectura del libro de su preferencia

| POR Virginia Krasniansky
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Cumplir con 75 números de Club de Lectores sólo tiene ventajas: Las entrevistas a las escritoras y escritores nos han permitido conocer y compartir sus talentos y la presentación de libros en nuestras páginas nos acerca a una gran variedad de obras, que pueden ser seleccionadas para que su lectura nos acompañe. Hoy estamos con Martín Casillas de Alba, un escritor e intelectual que nos comparte sus experiencias en el mundo de los libros.

Es un verdadero gusto estar hoy contigo. Estimado Martín, leer tu libro Fe de erratas en la vida de un editor me ha despertado gran interés en que compartas tus inicios, tus talentos como escritor y nos cuentes tus experiencias como promotor de un club de lectores.

He pasado por muchas aventuras. Trabajé 12 años en IBM México para encontrar un nuevo camino, más bien mi propio camino; de esto hace ya muchos años. Mi camino ha sido siempre en el mundo de los libros, en la lectura y la escritura. Fui director de la revista de Ciencia y Desarrollo del Conacyt. Allí, junto a escritores de renombre como Tito Monterroso y Edmundo Flores, que era el director de esa institución en esa época, aprendí mucho sobre el mundo editorial. Trabajé unos pocos años, y cuando salí, tuve la brillante idea de formar mi propia editorial, para dar lugar a escritores jóvenes de mi época, como Hugo Hiriart; Eduardo Martínez, quien fue mi socio y a quien llamábamos "el Pelicano"; Jaime del Palacio, que fue director de publicaciones de El Colegio de México, así como otros escritores y escritoras ya conocidos, como Margo Glantz. La idea era, precisamente, crear un club de lectores con una característica particular: vender por anticipado colecciones de diez libros que se publicarían durante un año por medio de una especie de suscripción, como lo hacen las revistas. Esto tenía la ventaja de agrupar a lectores afines a los autores y así promover la lectura y la edición. Pero tuvimos muchos problemas económicos y debimos cerrar la editorial.

¿Has continuado en otros proyectos editoriales?

Respondiendo a mi verdadera vocación de editor, fundé una revista que se llamó La plaza. Crónicas de la vida cultural de Coyoacán; fui muy feliz porque hacía algo que me gustaba profundamente y porque allí empecé a ganar dinero, lo que permitió que siguiera la revista El inversionista, también con mucho éxito.
A finales de los años ochenta, me invitaron a crear y formar parte del periódico El Economista. Fui socio fundador y director de ese periódico, junto a Luis Enrique Mercado. Fue el primer periódico que comenzó a trabajar con una red de computadoras, lo que para ese entonces era una verdadera vanguardia. Trabajé seis años como director editorial, responsable de la parte cultural del periódico, y creamos una red de amistad entre actores de teatro, autores de libros, escritores de poesía, entre otros intelectuales, que continúa hasta nuestros días.

¿Cuándo comenzaste la etapa de escritor?

Desde mucho tiempo antes había pensado en escribir una novela sobre mi abuela materna, Maclovia Cañedo, a quien no conocí, pero de quien sabía que fue una mujer importante en las postrimerías del siglo XIX, amiga de poetas y un símbolo de belleza en Guadalajara; así nació la novela Confesiones de Maclovia en el año 1995.

Por tus comentarios, y en virtud de tu experiencia como intelectual y tu convivencia con otros intelectuales, te pregunto: cuando vas a escribir, ¿piensas en qué lectores te van a leer?

Siempre soñé con escribir y de joven no lo pude hacer. En 1976 participé en un taller de cuento que dictaba Tito Monterroso en la UNAM. Fui compañero de Bárbara Jacobs y hasta ahora seguimos siendo amigos. Esa experiencia me dio un empujón para disfrutar la escritura de textos. Cuando trabajé en el periódico El Economista, escribía una columna diaria, que yo decía que era como ir al gimnasio porque me permitía ejercitar la fuerza de mi creatividad y la expresión de mis sentimientos.
Debo confesar que no pienso en quienes me van a leer, escribo para mí, porque me da mucho placer. Quiero mencionar que desde hace veinte años publico una columna a la semana en el periódico El Informador, de Guadalajara, y en ese caso sí pienso en el público que es lector de ese periódico.

Tu experiencia puede ser provocadora para que muchas personas se animen a comenzar a escribir. Retomando la imagen del entrenamiento en un gimnasio y el efecto que tuvo en ti, puedo imaginar que hay más parteaguas en tu vida, ¿qué nos puedes decir al respecto?

En efecto, hubo un parteaguas en mi vida hace 20 años. Un amigo muyapreciado, Rodrigo Johnson, director de teatro, me invitó a leer las obras completas de Shakespeare junto con otros amigos y así fue que nos internamos y analizamos las 37 obras de ese autor inglés.
En esas lecturas, encontré un universo que me ha permitido, hasta la fecha, seguir estudiando y analizando la profunda e intensa obra. Como producto, escribí unos libritos que he ido publicando en formatos digitales.

¿Qué nos puedes decir sobre tu experiencia como profesor en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN)?

Es una experiencia muy enriquecedora, que me ha permitido conocer las dificultades que tienen los alumnos para leer y comprender a Shakespeare. Usaban libros de las diferentes obras de teatro con traducciones muy malas y por eso eran difíciles de comprender. Por mis lecturas, soy un convencido de que el universo de los trabajos de este autor de la época isabelina es digno de ser conocido y se puede vincular a nuestra época; así publiqué, con el apoyo de editorial Santillana y en nuestro idioma, seis obras noveladas para una lectura sencilla y fácil de comprender que tuvieron mucho éxito.

He leído que también das clases en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), ¿son también clases sobre Shakespeare?

En el año 2008, tuve el privilegio de asistir en Inglaterra a unos talleres impartidos por Richard Oliver, hijo de Lawrence Oliver, sobre la obra de Shakespeare. Con esa experiencia y capacitación comencé a impartir talleres en el ITAM por invitación del director Javier Beristain sobre un tema muy singular: liderazgo basado en Shakespeare.
Llevo doce años dando esos talleres con mucho éxito. En la temática de liderazgo hay tres vertientes que desarrollo: Liderazgo que inspira y motiva, basado en la obra de Enrique V Liderazgo basado en el cambio y la transformación, basado en La tempestad.
Liderazgo que influye para vincularse con autoridades, basado en Julio César.

Me parece una propuesta muy original, que puede hacer reflexionar a nuestros lectores maestros y maestras y al público en general sobre cómo se pueden vincular las diferentes lecturas a la vida cotidiana y sobre la fuerza que tiene la palabra escrita para comunicarnos. ¿Tú crees que hay dos tipos de lecturas, me refiero a si hay una lectura por placer y otra por obligación?

Ahora, por la pandemia y con el apoyo de las nuevas tecnologías, hemos estado impulsando la lectura por placer y estamos teniendo mucho éxito. Los lectores pueden escoger los libros y disfrutar aquellos que los ayudan a estar bien y cada lector puede aprender sobre sí mismo en cada obra que lee. Es muy importante que un maestro comunique a sus alumnos su propia experiencia de lectura con el libro de su preferencia.
Para despedirme, deseo agradecer mucho la oportunidad que me brinda Club de Lectores para acercarme a los maestros y así seguir impulsando la lectura, que es un bien necesario para la enseñanza y mejor educación.

Numero 75

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