El cuento como género es uno de los desafíos más grandes que un autor puede enfrentar

| POR Virginia Krasniansky
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En estos tiempos de pandemia, Club de Lectores continúa con sus entrevistas, respetando la sana distancia, para acercar a maestros y al público en general, en esta ocasión, a una autora que, además, es directora de publicaciones y fomento editorial de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México).

¿Cómo te presentas a nuestros lectores?

Soy Socorro Venegas, escritora, editora y, por una convicción muy profunda, promotora de lectura. He trabajado desde distintas trincheras para socializar y compartir con otros lo que es para mí una de las mayores aventuras: leer. Nunca debería ser un privilegio. Los libros que me han marcado y me han maravillado, no me puedo quedar con ellos y guardarlos en secreto; compartir siempre ha sido un impulso en mi quehacer cotidiano. Por ejemplo, cuando trabajé en el Fondo de Cultura Económica dirigiendo las colecciones de obras para niños y jóvenes, mis funciones estaban circunscritas al terreno de la edición y un poco a la promoción del catálogo del Fondo en escuelas, pero pudimos ampliar y extender ese trabajo, convertirlo formalmente en fomento de la lectura en escuelas públicas. El trabajo con los docentes es esencial, yo tengo mucho respeto por los retos que tienen los maestros y maestras en todo el territorio nacional.
También desde el FCE creamos un modelo para una cultura de paz que se concretó con un centro cultural ubicado en Apatzingán, Michoacán, una de las zonas de mayor violencia en el país.
He sido afortunada, mis trabajos siempre han estado sustentados en la palabra, en la cultura escrita, en el libro y su circulación generosa.

En tu experiencia de promoción a la lectura, e intentando siempre dar elementos y herramientas a los maestros, ¿consideras que el cuento, por ser relato breve, es un buen género literario para el fomento a la lectura?

Sí, por supuesto, no hay algo que convoque más a un ser humano que la misteriosa y entrañable propuesta: "¿quieres que te cuente un cuento?" Es un momento muy emocionante para un niño o una niña, pues piden y necesitan historias que les muestren cómo es y cómo puede ser el mundo, les gusta que sean cortas, quieren conocer el final, ser capaces de memorizarlas, por eso disfrutan la repetición.
Hay un prejuicio en torno al cuento, tal vez debido a que se le asocia con la literatura para niños o a su extensión menor a la de una novela, entonces muchas veces se le considera un género literario menor. El cuento, como género, es uno de los desafíos más altos que un autor puede enfrentar. En México tenemos una tradición que viene de los relatos de la tradición oral, ahí está el ADN de nuestra cultura. La necesidad de profundizar e interpretar el mundo, de encontrar una narrativa que nos sostenga frente al caos.
Y en estos tiempos en que todo pide ser digerido rápido, el cuento puede acompañar a un lector en días vertiginosos, abriendo espacios para grandes y entrañables experiencias de lectura. El cuento trabaja con la intensidad del relato, no tanto con la extensión, sino con la fuerza de una voz, una mirada.

En esto que mencionas, me parece importante que nos cuentes sobre el proyecto Vindictas que diriges en la UNAM, con el sello editorial Páginas de Espuma, que está focalizado en libros de cuentos. ¿Qué nos puedes decir?

Vindictas nace como un proyecto editorial de la coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, a través de la dirección general de Publicaciones. Logramos convocar a una constelación de autoras que tienen una postura muy clara con respecto a la reivindicación que se les debe a las escritoras, quienes han sido invisibilizadas por el canon heteropatriarcal. Nos propusimos rescatar novelas publicadas en el siglo XX que merecen ser reeditadas, que vuelvan a las manos de los lectores que se han perdido de la obra de la otra mitad. Este el espíritu que ha acompañado nuestra colección de novela y memoria, donde ya tenemos nueve títulos de autoras como Tita Valencia, María Luisa "La China" Mendoza, Tununa Mercado, Marcela del Río, Yolanda Oreamuno y Vlady Kociancich. Una colección con vocación latinoamericana.
Era natural extender este proyecto al cuento, así que fue una iniciativa de Jorge Volpi proponerle a Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, la edición de esta antología. Juan y yo asumimos la selección de los textos, apoyados en una red de corresponsales latinoamericanas: escritoras y académicas jóvenes que generosamente se sumaron a esta iniciativa, en plena pandemia nos abrieron sus bibliotecas personales, nos iluminaron el camino a autoras y textos, trazaron con nosotros el linaje literario al que pertenecemos las escritoras de hoy. El resultado es una antología que reúne a 20 escritoras de igual número de países hispanoamericanos; ellas no están en el canon ni en las antologías del siglo pasado. Sin ellas, sin conocer su obra, ningún lector puede estar seguro de haber leído los mejores cuentos del siglo XX.

En este diálogo, para el que hemos utilizado una aplicación informática de comunicación a distancia, quiero mencionar una frase del escritor Javier Cercas que dice: "No hay literatura sin memoria". ¿Consideras que va a surgir un lector diferente impulsado por el uso de las nuevas tecnologías y formatos de edición de libros?

Tal vez está surgiendo un nuevo paradigma de lector, con acceso a un universo inabarcable e inclasificable de información. El reto es que se vuelva un poco editor y aprenda a seleccionar, que construya sus criterios para disfrutar y nutrirse de todo lo que surge segundo a segundo. A qué le dará valor, cómo evolucionarán sus preferencias de lectura, seguirá buscando libros impresos o ganará terreno el libro electrónico. Hay muchas cosas que será fascinante observar. En todo caso vale la pena recordar a Paulo Freire y sus nociones sobre lo que significa leer: "una lectura del mundo" implica la capacidad para descifrar un texto escrito o unas nubes gordas que pasarán o tal vez rompan en lluvia. Todo esto en medio de una urgente llamada para que los editores y lectores busquen y lean las obras de escritoras, para que no se sigan construyendo catálogos de espaldas a la otra mitad del mundo.

¿Cómo consideras que los maestros pueden impulsar el gusto por la lectura en sus alumnos?

Los maestros deberían compartir con sus alumnos lecturas que los apasionan, buscar en los libros las historias que les interesan y los emocionan. Compartir lecturas es un acto de amistad y generosidad y es un acto entre pares. Los maestros son un vehículo invaluable, son amigos que comparten una pasión y no se deben colocar en una diferente altura, sino mantener una relación horizontal para transmitir y comunicar los efectos y afectos que provoca la lectura.

Una pregunta que quizás es reiterativa, pero cuya respuesta es importante compartir con el público: ¿las redes sociales y las películas compiten con los libros?

Leer y escribir son acciones que no se pueden disociar. Muchas veces la mirada del lector va a pasear también por la escritura, quizás no con un afán profesional, pero quizás sí en un ejercicio de autoconocimiento, a través de un diario, de cartas. Lo que leemos nos configura en nuestra relación con los otros. La literatura nos da la oportunidad de ponernos en el lugar del otro, y eso en tiempos de pandemia es fundamental, pues para cuidarnos y cuidar de los demás necesitamos recurrir a ese ejercicio de imaginación, eso nos permite ser tolerantes y solidarios.

Me gustaría que nos platiques sobre tu libro "La memoria donde ardía". Tus cuentos son entrañables y ejemplares.

En él reúno historias en un ejercicio memorístico no tradicional. Muchas veces utilizamos la frase "desde que tengo uso de memoria"; yo me pregunto ¿cómo la usamos? A veces, para sobrevivir, necesitamos usar la memoria a nuestro favor. Mi libro es sobre sobrevivientes, seres que han perdido lo más amado y han sido llevados más allá de los límites del dolor. Y sin embargo, no son héroes. Lo paradójico es que en medio del desastre lo que les permite continuar es la belleza atroz de la vida misma. Mis personajes son marginales: son niños abrumados por el abandono, mujeres que viven la maternidad desde la angustia y las sombras más hondas, seres que han sido amputados del alma. Una luz muy especial surge de los que sobreviven, y es lo que quiero compartir con los lectores.
Deseo agradecer a Club de Lectores esta oportunidad de acercarme a los lectores en una opción diferente y educativa.

Numero 74

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