“Leer es un ejercicio de libertad”
Es un verdadero agasajo visitar la Casa del Poeta en la colonia Roma de la Ciudad de México, donde habitó Ramón López Velarde y donde hoy se encuentra la biblioteca Efraín Huerta, que cuenta con más de cinco mil volúmenes, así como la biblioteca Salvador Novo, con casi seis mil ejemplares. Allí, entrevistamos al poeta David Huerta, cuya obra y trabajo literario han merecido gran reconocimiento y el Premio Fil de Literatura en Lenguas Romances 2019. Primero, le informamos sobre el trabajo que realizamos en Club de Lectores, cuyo fin es acercar los autores a los lectores, y luego, con la siguiente pregunta, lo invitamos a presentarse.
¿Quién es usted?
Sócrates decía esto: “Conócete a ti mismo”, y uno se pasa la vida preguntándose quién es. En cuanto a su pregunta, Virginia, la respondo diciendo que soy un mexicano que vive en la Ciudad de México hace ya setenta años y que todo lo que hago depende de lo que escribo y de lo que leo, principalmente en español, aunque también hago muchas lecturas en inglés, un poco menos en francés. Soy peatón, chilango, lector y profesor. Pero la pregunta sigue viva y espero poder contestarla antes de morirme: ¿quién soy?
Mi pregunta tiene que ver con las calificaciones o rótulos que se ponen a determinadas personas, que si es escritor, que si es poeta, que cuál es el tipo de literatura que escribe… Pero las distintas calificaciones quizá son indistintas, pues la literatura es cultura, ¿o no?
En dos palabras, puedo decir que soy poeta y profesor, y esas dos palabras engloban todas las actividades mencionadas. En mis clases se habla de todo, además de los temas de los cursos: de la vida en la ciudad, en el país y en el mundo, así como de las noticias, de la política; lo mismo ocurre en mi poesía. Doy clases de literatura y la literatura nutre mi vida como lector de poesía y hacedor de poesía, y también ésta, la poesía, me nutre en mis clases.
Maestro, ¿qué es lo que lo inspira como poeta?
Todo el mundo; el mundo es el gran maestro e inspirador de los poetas. Esto incluye a los poetas anteriores, que son los grandes poetas que leo y admiro; también a los novelistas, los coreógrafos, los bailarines, los cineastas, los dramaturgos, los actores, la experiencia en la calle, las conversaciones. No hay una única cosa que inspire al poeta; la inspiración es múltiple y diversa, cósmica, diría yo. Está también en los detalles, donde a veces está el diablo: podemos aprovecharla cuando el diablo se distrae.
Desde su experiencia en cuanto al fomento a la lectura, como promotores de la lectura desde la escuela, ¿cómo deberían trabajar los maestros?
Enseñar también quiere decir mostrar y los maestros deben mostrar, enseñar, el entusiasmo por leer, y si tienen suerte contagiarán ese entusiasmo. No es un asunto de trasmitir datos, sino de trasmitir a la comunidad un entusiasmo. Los alumnos son sensibles a las emociones que despierta el trabajo intelectual. El riesgo que corre la promoción o fomento de la lectura es la obligatoriedad, porque leer es un ejercicio de libertad. Creo que todas las personas tienen una curiosidad intelectual que los lleva a preguntarse por qué las cosas son de determinada manera, por qué el mundo es así como es, por qué hay colores, por qué la mayor parte de las plantas es verde y por qué las _ ores tienen otros colores. Las personas son inquisitivas; esa es una palabra muy de Borges. Inquirir, preguntar, aunque sea en silencio, es algo connatural, y una gran cantidad de respuestas está en los libros de literatura. La poesía tiene un rasgo central que es verbal, oral; la poesía se dice en voz alta. Idealmente, cuando un poema está impreso es mudo, despierta un interés limitado, pero cuando se lee en voz alta toma vida y así la poesía se vuelve un objeto magnético dentro del orbe literario. Hay que saber leer en voz alta, no es sólo declamar, sino saber qué es un verso y conocer la métrica, la acentuación, las estructuras gramaticales y sintácticas, el ritmo. Se puede leer en voz alta una novela y hay muchas que tienen grandes cualidades eufónicas y una prosodia exquisita, y eso las acerca, definitivamente, a la poesía. Para mí la poesía no es un género literario: es la literatura misma.
¿Se debería explicar la poesía?
En la Universidad los estudiantes leen poesía, es una asignatura. En mis clases por supuesto que explico un puñado de poemas a lo largo de cada semestre. Sí, la poesía se puede explicar en un marco de estudios, en la escuela, en el nivel que sea. Por otro lado, he escrito poemas para niños y considero muy importante impulsar el fomento a la lectura de poesía en los niños.
Pensando en las nuevas tecnologías, ¿cree usted que se puede leer poesía en formatos electrónicos?
Sí, yo leo poesía con mucho gusto en formato electrónico, y hay algunos muy modernos que permiten subrayar y hasta escuchar; me parece muy bueno todo eso. La poesía existe desde antes de la escritura y muchísimo antes de la imprenta y no depende de los soportes; y está donde se la lea, ya sea en papel o un dispositivo electrónico; hay una buena coexistencia. Quiero destacar que en estos tiempos las personas escriben más y leen más; me llama la atención que con los nuevos soportes electrónicos se escribe más, mucho más que antes.
¿Qué nos puede decir sobre la evolución de las formas de escribir?
A mí me interesa mucho la evolución de las diferentes formas de escribir. En el pasado se hacían manuscritos que luego se enviaban a las imprentas, donde los convertían en tipografía. La mayoría de los trabajos escritos modernos existentes se han realizado a máquina o en computadora y a mí me interesa mucho la relación entre la máquina y lo que se escribe. Es algo en lo que no se ha reflexionado suficientemente: ¿cuál es la relación entre el instrumento de escritura, que desde fines del siglo XIX es mecánico y luego electrónico, y lo que se escribe?
¿Cómo definiría a los poetas actuales?
Simplemente diría que un poeta está hecho de los poetas que lo precedieron; los poetas trazan líneas genealógicas muy vivaces, muy dinámicas.
Me gustaría mencionar que usted recibirá en la Feria del Libro de Guadalajara el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2019, ¿qué nos puede decir sobre las lenguas romances?
Las lenguas romances son un conjunto de lenguas, las hijas del latín. Este premio honra la poesía en lengua francesa, portuguesa, rumana y también a las formas dialectales de América. Los poetas que lo han recibido son Juan Gelman y Olga Orozco, argentinos, Ida Vitale, uruguaya, Nicanor Parra, chileno, Rafael Cadenas, venezolano, Yves Bonnefoy, francés, Eliseo Diego y Cintio Vitier, cubanos, y el mexicano por naturalización, Tomás Segovia; son nueve poetas premiados y el décimo soy yo, mexicano por nacimiento. Lo que me admira e importa es que los diferentes poetas muestran la variedad de las lenguas romances.
¿Qué mensaje podría dar a los maestros para impulsar el placer de leer poesía?
Hay tres profesiones que son fundamentales para la sociedad; los médicos, los campesinos y los maestros. La profesión docente es muy valiosa y de los maestros depende, no solamente el bienestar de la nación, sino el sentido de la vida de nuestro país y de nuestra comunidad. Quienes ponen la letra en el ojo están haciendo algo inmensamente valioso y decisivo. Agradezco a Club de Lectores permitirme llegar a los maestros para recordar con ellos aquello de Gustavo Adolfo Bécquer: “Podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía.”
Numero 70
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