Entrevistamos al maestro Juan Domingo Argüelles una mañana soleada a comienzos del otoño en la Ciudad de México, en un lugar especial, diferente y acogedor, la librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica. Entre libros, café y comentarios previos, el poeta, ensayista, escritor y editor mexicano originario de Chetumal, Quintana Roo, nos recibe como un mar de letras. Hablamos de la importancia que tiene para Club de Lectores presentar a los autores y que nuestro público pueda conocer las ideas y pensamientos que inspiran sus escritos.
¿Quién eres, cómo te presentas para los maestros?
Mira, yo siempre me presentaba como un escritor que leía mucho; ahora, con los años, me he dado cuenta que soy más bien un lector que escribe. Así como Borges decía que él estaba más orgulloso de los libros que había leído que de los que había escrito, obviamente lejos de compararme con él, creo que, en esencia, me satisface ser más un lector que un escritor. Para mí, lo primero es la lectura; gracias a que leemos encontramos cosas que nos gustan y así dan ganas de escribir aquello que uno hubiera deseado que fuese suyo. Mi gusto por la lectura y la escritura comenzó impulsado por lo que yo leía. Esto comenzó cuando tenía unos 10 o 12 años, al leer por primera vez un libro que nadie me obligó a leer, Corazón: Diario de un niño, de Edmundo De Amicis; me identifiqué con el personaje porque describía a compañeros parecidos a los míos y era un relato en el ámbito de la escuela. Recuerdo que cuando yo leía, mi madre me decía: "Ponte a hacer la tarea en lugar de perder el tiempo leyendo". Hoy, a la distancia, entiendo que en nuestros países ésos son los conceptos: hacer la tarea es un acto de obligación y deber edificante y leer es un acto de placer, incluso de "pérdida de tiempo".
¿Cómo crees que tendrían que enfocarse las tareas o acciones de los promotores de lectura?
Tenemos que abrir el concepto de la educación en términos de lectura, para que ésta sea un verdadero placer. Escribo artículos en publicaciones periódicas y en libros donde explico que el problema mayor que tiene la lectura, desde el punto de vista pedagógico, es que se insiste demasiado en la obligación, en los exámenes y en las evidencias de lectura. De este modo, la lectura se convierte en tarea, y lo que hay que reivindicar es el placer de leer sin que nadie nos obligue. Creo que han faltado mecanismos cordiales para impulsar la lectura por parte de maestros, padres de familia y promotores. Cuando digo mecanismos cordiales, me refiero a formas gentiles de acercar la lectura a las personas en lugar de proponer ésta como deber. Lo mejor que puede hacer un promotor de lectura es lograr que el lector vaya a los libros y generar una conversación sobre qué le gustó y qué no le gustó del texto, y no hacer un interrogatorio judicial sobre éste.
En estos tiempos modernos, cuando hay diferentes tipos de lectura, observamos que los títulos de tus libros son sugerentes. ¿Qué te inspira para escribirlos, y para elegir los temas?
Durante algún tiempo llegué a pensar que solamente escribiría un libro, justamente sobre el tema de la lectura. Éste es: ¿Qué leen los que no leen?, obra que me abrió las puertas a un tipo de lector: el promotor de la lectura, el profesor, la persona interesada en la lectura. Y sinceramente pensé en la pregunta que dio lugar al título, y la respuesta que encontré es que los que no leen sí leen. Me di cuenta de que hay diferentes niveles e intereses de lectura de acuerdo a los grados de educación. Por ejemplo, yo te diría que hoy día los universitarios casi no leen. Si leyeran realmente, como dice Gabriel Zaid, "las editoriales tendrían un auge nunca visto". Al reflexionar sobre ello, veo que hemos girado en torno a un equívoco, la lectura planteada como una especie de superioridad, casi moral, y eso es algo en lo que no podemos seguir insistiendo. Por eso, las nuevas tecnologías nos están demostrando que se rompió el canon. En literatura, el canon es una lista breve, pero muy selecta, de las que se suelen llamar obras clásicas, ésas que se leen con interés desde hace siglos, aunque en apariencia las veamos como muy antiguas o incluso anticuadas. Los nuevos lectores acabaron con el canon, leen lo que quieren, lo que se les ocurre, y por eso no podemos establecer un canon de lectura; pero podemos aprovechar que tienen el gusto de la lectura y orientarlos hacia libros más formativos, con contenidos que dejan huella en la sensibilidad y que ofrecen conocimiento. Los lectores no nacen utilizando una receta, los lectores son diferentes entre sí, y también la lectura que se hace siempre es distinta; por eso hay tanta diversidad de gustos. Yo no creo que leamos para ser mejores personas ni mejores estudiantes: leemos porque nos fascina leer. Lo demás viene por añadidura.
¿Qué público lee tus libros? ¿Son maestros, estudiantes, promotores de lectura o público en general?
Fíjate que son todos los que nombras, y a veces me han sorprendido personas con actividades muy diferentes que, por la provocación que produce un título, han leído mis libros y me han reconocido como autor de los mismos. La vida es azarosa, es una sucesión de instantes y siempre aprendo.
Nuestro público, en su mayoría, son maestros de educación básica, por eso te pregunto: ¿Consideras que hay diferentes formas de editar libros, ya sea en la web o impresos en papel?
Muy buena tu pregunta. Recientemente publiqué un libro que se llama El libro de los disparates. 500 barbarismos y desbarres que decimos y escribimos en español. En ese libro me auxilié del buscador de Google, que permite darnos cuenta a qué grado el lenguaje -en este caso particular la lengua española, escrita, pero también hablada ya que se escucha y ve en videos y audios- ha perdido un sentido de corrección, de perfección estética y también ha perdido el sentido de la comunicación. Un mensaje que no está bien expresado no comunica lo que se quiere decir y surge el malentendido. Es importante darse cuenta de que el problema más severo de la lectura está en la comprensión. Si el que lee ignora el significado de las palabras, no hay una buena comprensión lectora. Se ha empobrecido el idioma y por ende el significado de la lengua está muy distorsionado; el código de comprensión está muy limitado. En las redes sociales se comunican con emoticonos, que expresan un mensaje muy acotado dentro de un código particular. Internet tiene una importancia muy grande, ha democratizado la información y los medios; pero también tiene responsabilidad muy grande en la depauperación de la lengua, porque ha "democratizado" la ignorancia.
¿Crees que se ha reducido el uso de palabras? Me refiero a si piensas que se ha limitado el uso de palabras y el vocabulario es cada vez más sencillo.
Recientes estudios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM señalan que de una riqueza de más de 80 mil palabras en español, un estudiante promedio de preparatoria apenas tiene un vocabulario de entre trescientas y dos mil palabras, y por lo general siempre las mismas. Esto se refleja al escuchar las conversaciones, en las que se utilizan siempre los mismos vocablos, repetitivos; además del uso de expresiones sin sentido.
Para finalizar, ¿qué les dices a los maestros? ¿Cómo puedes orientarlos para que sea más fácil su tarea de promover la lectura?
He trabajado mucho con los maestros y me encanta. El problema de la educación no está en los maestros; me parece que ellos, en general, hacen un buen trabajo, y particularmente hay un sector de maestros que por propia iniciativa quiere que sus alumnos sean lectores. Les diría lo que siempre les digo: que más allá del programa oficial que tienen que cumplir, tendrían que acercarse más a los alumnos y conversar sobre lo que están leyendo o quizá quieran leer; proponer nuevas formas de comunicación sobre las lecturas que están realizando, ya sea dramatizando un cuento o en grupos de diálogo para generar la comprensión lectora... Deberíamos buscar maneras imaginativas de expresión y comunicación de la lectura. Club de Lectores agradece a la librería del Fondo de Cultura Económica Octavio Paz, las facilidades y la oportunidad de que el maestro Juan Domingo Argüelles se comunique con los maestros y alumnos, sus lectores.
Numero 58
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