El cuento es un vehículo ideal para la enseñanza y promoción de la lectura

| POR Virginia Krasniansky
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Club de Lectores conversó con Luis Bernardo Pérez, escritor mexicano que publica en editoriales como Ficticia, Alfaguara, SM, y Selector. El autor nos habló sobre la forma en la cual el cuento puede ayudar a los maestros a interesar a sus alumnos en la literatura. La entrevista se realizó en las instalaciones de Editorial Océano.

Cuéntanos quién eres y qué escribes. Es importante que los maestros conozcan a un autor mexicano que ha escrito mucho.

Estudié la carrera de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, pero siempre me interesó más la literatura y, específicamente, la narrativa corta. Mi escuela literaria fue una revista llamada El Cuento. Se publicó durante más de 30 años. Su director era el maestro Edmundo Valadés, un gran escritor mexicano que, además, realizaba una importante labor como promotor de la literatura y específicamente del cuento. En las páginas de esa publicación aparecían relatos de todo el mundo. Además, los lectores podíamos enviar historias escritas por nosotros y, si eran buenas, se publicaban. Don Edmundo era un hombre tan generoso que se tomaba la molestia de leer todo lo que recibía, incluso los cuentos mal escritos. Con gran paciencia le explicaba al joven autor por qué su relato no funcionaba y cómo podía mejorarlo. Para mí fue una gran escuela.

¿Crees tú que el cuento es un género que puede ayudar a maestros a promover el gusto por la lectura?

Pues mira, la ventaja que tienen los cuentos frente a las novelas es su brevedad. Es más fácil que los niños y los adolescentes con poca o nula experiencia lectora se acerquen a un relato de tres o cuatro páginas que a una novela de cuatrocientas. Un maestro puede sembrar en sus alumnos el gusto por la lectura si les da cuentos. Estos se pueden comenzar y terminar en unos minutos y luego comentarlos. En este sentido, me parece que cuento es el género más adecuado para iniciarse en el mundo de las letras.

Además de escribir para adultos, también eres autor de muchos cuentos infantiles. ¿Qué diferencia existe entre escribir para unos y para otros?

En mi caso personal, cuando comienzo un relato no me propongo escribir para niños o para adultos. Lo que me interesa de un cuento, independientemente del tipo de lector al que va dirigido, es que sea interesante, que te atrape desde las primeras líneas. Luego, sobre la marcha, decido a qué público le puede interesar. La diferencia, en cualquier caso, está en el tipo de lenguaje que se emplea, en los personajes y en las situaciones.

Las ilustraciones podrían ser el complemento de la escritura para niños pequeños y es un tema de discusión cuando el texto no coincide con la imagen. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

En el caso de la literatura infantil el ilustrador debe ser un aliado del escritor. Ambas partes tienen que entender esto. Se deben complementar. Una ilustración que tenga poco que ver con el texto mata al cuento; hace que la historia no destaque. Por otro lado, una buena ilustración potencia el valor estético del relato, eleva sus méritos. Fíjate que, hoy en día, hay en México muchos y muy buenos ilustradores para niños, la mayoría de ellos menores de 30 años. Es algo sorprendente. De hecho, me atrevo a afirmar que en la actualidad existen en nuestro país más y mejores ilustradores de libros para niños que escritores dedicados a este género.

Así como hay escuelas para ilustradores, ¿existen también escuelas para escritores? ¿Dónde se puede uno formar como escritor?

Existen varias escuelas para escritores. También hay cursos y diplomados como los que ofrece la SOGEM. Además, tenemos talleres literarios impartidos por escritores de talento, como los de mis amigos Marcial Fernández y Edmée Pardo o el del desaparecido Rafael Ramírez Heredia. Pero todo eso sólo es un apoyo. Uno realmente aprende a escribir "en gerundio", es decir escribiendo mucho, leyendo mucho y rehaciendo los textos una y otra vez.

¿Qué nos podrías decir sobre las nuevas tecnologías como recurso de fomento a la lectura y si sirven también para escribir y tener una presencia global?

Vivimos en un mundo dominado por la tecnología. Sin embargo, hay muchos autores que, por ignorancia o temor al cambio, se resisten a esto y siguen pensando de acuerdo con esquemas caducos. Para ellos solamente vale el papel. Lo cierto, sin embargo, es que el libro impreso va a convivir con el libro electrónico. Ambos soportes van a tener el mismo valor y qué bueno que así sea, pues de esa forma se puede llegar a un número mayor de personas. Y respecto al cuento, que es lo que a mí más me interesa, yo sostengo que un buen cuento se puede leer y disfrutar igual en un libro, en una computadora, en un e-book o de viva voz, como ocurre con los narradores orales. Porque, finalmente, lo que importa es la calidad de la historia.

¿Cuál sería tu mensaje a los maestros para que trasmitan a sus estudiantes la experiencia de la vida cotidiana y que pueda servir a los jóvenes como inspiración para escribir cuentos?

Con frecuencia me invitan a las escuelas para platicar de mis libros con los alumnos. En esas ocasiones también convivo con los maestros y aprovecho para decirles que los cuentos y la literatura en general constituyen una herramienta muy útil en su oficio. Los relatos pueden ayudarlos a transmitir ciertos conceptos e ideas valiosas. No me refiero a mensajes edificantes o moralejas. Un maestro puede valerse de los cuentos para comunicar asuntos relacionados con las relaciones interpersonales, el sentido de la existencia, la libertad, la muerte, etc. Es decir, conceptos que no son fáciles de explicar mediante otros recursos. Por ejemplo, un buen cuento sobre el acoso escolar puede ayudar a los jóvenes a comprender mejor este grave problema.

Que nos puedes decir de los cuentos que nunca se olvidan, de los llamados "clásicos" ¿Crees tú que actualmente hay historias que pueden considerarse clásicas? Me refiero a cuentos como "Caperucita Roja".

La categoría de "clásico" lo otorga el tiempo. "Caperucita roja" es un clásico porque ha sobrevivido el paso de las décadas. Lo mismo sucede con "El patito feo" o "Cenicienta". Pero eso no ocurre con todas las historias; hay cuentos muy populares antaño que hoy ya nadie recuerda. Sin embargo, también existen los "nuevos clásicos", relatos más recientes que ya han demostrado su capacidad para permanecer en el gusto de los lectores. Allí está, por ejemplo, La peor señora del mundo, de Francisco Hinojosa. Este libro apareció hace casi 20 años y desde entonces se sigue reeditando. Ya es un clásico de la literatura infantil de nuestro país.

¿Cuál es tu mensaje, como autor, para maestros y jóvenes, con el fin de promover la lectura?

El placer de la lectura es contagioso. Si a un maestro le gusta un autor o un libro, aunque no esté en el programa de estudios, puede trasmitir ese gusto a sus alumnos; el secreto es que se lea por el placer que nos proporciona un texto y no por obligación.

Numero 44

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