Vale la pena establecer una analogía entre el misterio de sus novelas del género negro y esa escalera de caracol de varios pisos que conduce al estudio de Paco Ignacio Taibo II, autor de la serie de novelas detectivescas más connotada en la literatura mexicana. Como si fuéramos caminando en la resolución de un misterio, nuestro andar en espiral nos recuerda que toda revelación circula en ciclos que nos conducen cada vez con más exactitud a la verdad. El autor de Tony Guiteras, su más reciente éxito editorial, nos recibe con mucha afabilidad pero sin dejar de prestar atención al avance del texto que teclea imparable. Paco Ignacio Taibo II está multiplicando su presencia, dividiéndola entre los personajes de su novela y nuestro interlocutor. Su creatividad en acción, es un espectáculo digno de verse y consignarse. Al enterarse de la labor que Club de Lectores realiza en todo México, acercando los libros a quienes no pueden acceder a ellos, nos dice: Sí, se de la sed de lectura que hay en México, la he vivido por todos lados. México no es un país de no lectores, es un país de gente que no puede leer porque no tiene condiciones económicas o culturales... (Suspira). Lo sé bien.
No habiendo en México una tradición de la novela negra, ¿cómo se involucró usted en ese género?
Empecé a escribir novela negra, porque primero me gustaba y uno tiene que escribir lo que le gusta. Y segundo, porque descubrí hace mucho tiempo que era un género que te permite muchas cosas. Primero, hacer una literatura con mucho "gancho" narrativo, dramático para atrapar al lector, pero, segundo, porque permitía también hacer una reflexión muy seria sobre la situación social de nuestro país. Era una literatura que te permitía atrapar al lector con la anécdota y lo que está ocurriendo; pero al mismo tiempo hacerle un guiño de ojo, observar en torno tuyo, preguntarse ¿de dónde surge la violencia, la corrupción, cómo se construye el mal en este país?. Entonces encontré grandes virtudes en la novela policíaca para contar el México tal como yo lo entendía y lo vivía. A lo largo de muchos años lo he venido haciendo y ha funcionado muy bien. He encontrado en los lectores una respuesta muy potente, y por eso no lo he abandonado. Por otro lado porque necesitaba me dediqué a la historia de México y a la novela histórica, como parte de la generación del 68, necesitaba volver a agarrarle el pulso a este país. El pulso no sólo se lo agarras en el presente a través de la novela policíaca, sino también en un reencuentro con el pasado. La generación del 68 tenía inmensas lecturas, pero tenía una gran debilidad: estaba desconectada nacionalmente del pasado. Nuestros referentes eran la revolución cubana, la vietnamita, Ho Chi Ming, las canciones de protesta norteamericanas, el cine italiano pero no teníamos tierra mexicana debajo de los pies. ¿Quiénes eran Villa y Zapata?Los desconocíamos. No teníamos relación con el magonismo, apenas habíamos hablado de él. A lo más, habían llegado a nosotros las historias sobre Rubén Jaramillo, sobre Demetrio Vallejo que era el antecedente más inmediato de la lucha social en México. De tal manera que fui al eje de la historia buscando respuestas a mis propias preguntas y en ellas encontré lo mal que se contaban y la necesidad de volver a contarlas para lectores como yo. Y con el máximo rigor, volver a reconstruir lo que había sucedido pero, al mismo tiempo, escribirlo de tal manera que llegara a los lectores y los impactara. Escribí sobre magonistas perdidos, como Librado Rivera, el alcalde socialista de Acapulco, Juan de Rivero, escribí sobre Villa y sobre el cura Hidalgo y sigo escribiendo, lo que tienes enfrente (señala la pantalla de su computadora), es un libro que estoy terminando sobre Francisco I. Madero y la Decena Trágica.
Usted habla a menudo de romper con la lectura estatal de la historia, ¿verdad?
Sí, porque la lectura estatal lo único que ha hecho ha sido enfriar el pasado y manipularlo. La historia ha sido usada para justificar durante muchos años la larga dictadura priísta que sufrimos, y después para justificar una relación amorfa, blandengue, con el pasado. No hay que reconstruir la relación con el pasado hay que darle la fuerza y la viveza que tiene.
¿Hay mucho de usted en Belascoarán?
Para nada, él es un personaje, los personajes tienen vida propia Le heredé mi gusto por las salchichonerías, por las agencias de viaje, por los refrescos de cola y por los libros que leo. Pero fuera de eso, Belascoarán es autónomo.
¿Él toma sus decisiones?
¡Sí! Contra mi voluntad algunas veces. Hemos encontrado que usted ya tiene presencia en YouTube.com, ¿qué nos cuenta de eso? No ha sido mi voluntad, ¿eh? Salió solo. Creo que es un medio informativo muy rico porque no está sujeto a ningún tipo de control, censura o dictadura y en esa medida es democrático. Pero salió solo, no he hecho mayores esfuerzos. De repente descubres que estás todos los días por ahí, ¿no? Y que alguien sacó su camarita y registró un pedazo de una conferencia y montó un debate. Y estás presente de una manera diferente, me gusta.
El Internet 2.0, el que llaman el Internet de los usuarios porque está hecho por ellos. ¿Cuál considera que debe ser la nueva posición de un autor frente a esta corriente?
Creo que tienes que colaborar de todas las maneras posibles, dentro de tus limitadísimas capacidades, a estimular cualquier expresión democrática de comunicación en un país como el nuestro, donde los medios de comunicación, en particular la televisión, la radio y los periódicos, no están jugando un papel a la altura del país. Se han quedado extraordinariamente rezagados, practican la censura, manipulan la información, ejercen prácticas fraudulentas y destructivas y, en ese sentido, cualquier contrainformación surgida desde la sociedad, por muy caótica que sea, es sana.
En esta efervescencia de una nueva forma de comunicarnos ¿Qué papel piensa usted que le está tocando o le tocará al libro?
Creo que los libros sobreviven. Toda esta teoría sobre la muerte del libro me parece una tontería. Es evidente que los libros van a adquirir, para algunos, nuevos formatos, que lo libros digitales van a prosperar. Pero serán libros. Seguirán siendo libros aunque no tengan el formato tradicional del papel. Pero en una sociedad pobre como la nuestra, el libro como material de circulación es fundamental y hay que estimular de todas la maneras posibles la circulación de un libro barato y que la gente quiere leer. Y hay que colaborar a romper los bloqueos económicos de distribución, hay que estimular las asociaciones como la de ustedes, todo el proyecto que se ha generado en el DF de promoción de la lectura, en el metro, en los hospitales, con los policías, con los bomberos. Esta propuesta de que el libro camine y avance, es de lo mejor que ha pasado en estos últimos años. Porque el libro construye lectores. Y los lectores van creando opinión. Opinión no manipulada. Democracia no es la capacidad para levantar la mano por lo que quieras o poner un voto en una urna. Democracia es saber qué estás haciendo y el libro ha colaborado y está colaborando extraordinariamente en la apertura de mentes, la información, la circulación de educación informal. Creo firmemente y amorosamente en el trabajo que se está haciendo en torno a la difusión y distribución del libro.
Numero 28
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