He querido siempre atraer a los niños a esos mundos que abren los libros

| POR Susana Garduño
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El hogar de Aline Petterson de arte mexicano en varias de sus representaciones: pintura, escultura, formas y colores. Al mismo tiempo, desde su balcón abierto hacia la altura, nos sale al encuentro un rostro fresco del alma urbana con rascacielos y cielos, alegoría de su obra apasionada y clara, amorosa e incisiva.
En estos espacios, aparentemente contrarios, como el fuego y el aire, Aline Pettersson novelista, cuentista y poeta, recibió a Club de Lectores para contarnos acerca de su obra, que abarca una gran variedad de géneros en la literatura para niños, jóvenes, y adultos. Su libro El papalote y el nopal le valió el Premio del Jurado Infantil 1986, en la Feria Internacional del libro en Caracas, Venezuela y, en 1987, el Premio de la Feria del Libro del Japón. También fue el emblema de un homenaje que se le brindó en mayo de 2008 para celebrar su trayectoria en las letras.
Al escuchar las características del Club de Lectores, que lleva al público lector los mejores libros aún a los rincones más apartados de la República Mexicana, ella, nos inquiere sorprendida: ¿Y ustedes les llevan estos libros?
Así es, y todos los días comprobamos que es un mito que en México la gente no lee. En eso tienen toda la razón, y me parece un proyecto muy encomiable.

Después, ella nos cuenta acerca del descubrimiento de su vocación literaria.

Esta actividad surgió porque fui una niña lectora muy ávida. Eso me marcó para toda la vida. Mis padres me apoyaban y me compraban libros, las maestras en la escuela también apoyaban la lectura. Teníamos una minibiblioteca en la escuela de la cual podíamos tomar libros que no tuviéramos en la casa.
"Este contacto con los libros también me hizo escribir de niña historias alrededor de los libros que yo leía porque me sentía tan feliz en el mundo de los libros que yo no quería que se me acabaran las historias. Entonces, en mi cuaderno, trataba de continuar, con toda la torpeza del caso. las historias que leía porque me sentía realmente transportada en el mundo de los libros. "Los libros para niños y adultos llevan a la gente a visitar otros mundos que son muy estimulantes... ¡sin fin! Cada libro abre un universo gigantesco y, en ese sentido, la lectura es una fuente de enriquecimiento y crecimiento muy grande.

Sabemos que usted ha escrito muchos libros para niños...

Precisamente por eso. Como a mí me gustó tanto la lectura cuando era niña, me resultó natural. Primero les escribí cuentos a mis hijos. Después me decidí a hacerlo de otra manera, publicar esos cuentos. Porque he querido siempre atraer a los niños a esos mundos que abren los libros.
"Entonces, tengo libros en los que expreso mi descreimiento absoluto hacia las moralejas en los cuentos. A mí me parece que los niños son lo bastante inteligentes como para sacar sus propias conclusiones y es horrible que el libro los lleve de la mano a una cosa obvia, como decir: "si te portas mal vas a tener un castigo, como el niño del libro". Creo que la función del libro es abrir horizontes.

¿Cree que los niños de hoy aún puedan tener conexión con aquellos cuentos considerados clásicos del género, como "La Cenicienta", "Blancanieves", todos aquellos de los hermanos Grimm y otros semejantes?

Sí, sí creo. Por otra parte hay cuentos contemporáneos, infantiles y para adultos, donde los niños encuentren otras cosas, una cercanía con lo que le está sucediendo al personaje del libro. Pero creo que los cuentos clásicos que menciona, de Grimm, de Andersen, también son interesantes porque les permiten explorar sus pasiones y descubrir que su amor, su odio, todo lo que el niño siente está reflejado ahí y que estos cuentos los llenan de la necesidad de saber cómo se resuelve la dificultad del cuento y los mete en un mundo mágico. Los niños están llenos de fantasía y esos cuentos apelan a su fantasía.

¿Qué es más agradable para usted? ¿Escribir para niños o escribir para adultos?

Créame que es igual. Les pongo la misma pasión. Soy una persona muy apasionada y le pongo la misma intensidad a la escritura para niños que a la escritura para adultos. Claro que es distinto y tengo que tomar en consideración que estoy escribiendo para niños. Vigilar un poco mi lenguaje y la estructura de las oraciones. No puedo hacerlas demasiado complicadas porque me parece que es darles una dificultad innecesaria a los niños. Pero también descreo absolutamente de los cuentos bobos. Creo que los niños son muy inteligentes y capaces de entender muchas cosas. Entonces, en ese sentido, las búsquedas que tengo en torno a la comunicación, la amistad, el amor... son las mismas en los cuentos infantiles y para adultos. Claro, el punto de vista es diferente y mi búsqueda es distinta.

¿De dónde se nutre usted al escribir para adultos?

Del mundo. De lo que éste me ofrece, de lo que vivo y observo. De todo lo que está cerca y lejos de mí. Creo que uno debe conservar la curiosidad infantil y soy una persona muy curiosa y me asomo a todo lo que sucede a mi alrededor y de ahí me nutro como a mis historias.
"A lo mejor tiene que ver con que yo quiero hablar de algo especial. Por ejemplo, en este momento, estoy escribiendo un libro sobre la pérdida de la memoria. Bueno, pues para mí primero fue pensar que quería escribir sobre la pérdida de la memoria y después encontrar a qué personaje le puede acomodar la historia.

¿Y a qué personaje le acomodó?

La historia le acomodó a un escritor de setenta años.

¿Cuál sería la obra a la cual le tiene más cariño como autora?

A todos mis libros les tengo mucho cariño. Son una extensión de mí misma y uno no está dispuesto a cortarse un brazo o una pierna. A lo mejor, una mano tiene una uña chueca, pero uno quiere esa mano. Y los libros, pues, unos saldrán mejores que otros. Todos me han llenado de cosas buenas, de experiencias muy gratas, estimulantes y conmovedoras.
"Quizá el libro que ha tenido mayor éxito es el que se llama La Noche de las hormigas, y trata sobre un asalto a un médico en un parque. Él se desangra ahí. En la obra trato de ver su vida, sus circunstancias, su enfrentamiento con la muerte. "Pero, en general, todos los libros me son muy cercanos y no podría decir que descarto alguno.

¿Cuál es el mensaje que a usted le gustaría transmitir para aquellos que están educando a nuestros niños?

Que los educadores sean, a su vez, buenos lectores. Porque creo que la base está en sentir de qué manera la lectura puede ser una actividad muy atractiva y muy estimulante. Si el maestro cree en la lectura va a encontrar la forma de hacer que los alumnos encuentren ese mismo placer. Si el maestro lo hace por obligación eso se va a sentir en el escaso interés que tendrán los niños.
"El maestro, como cualquier otro adulto, tiene la posibilidad también de meterse dentro de esos mundos extraordinarios que presentan los libros y ahí encontrará una gran cantidad de conocimiento personal y del mundo, y eso va a redituar en bien de ese maestro, ese padre o esa persona, como de los niños que puedan estar cerca.

Numero 25

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