Cuarenta años de periodismo

| POR Susana Garduño
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ARTURO AZUELA
CUARENTA AÑOS DE PERIODISMO

Arturo Azuela, novelista, periodista, catedrático, autor comprometido con la historia y con su tiempo, recibió en su hogar a Club de Lectores, y nos brindó una amable conversación acerca de su trayectoria, sus proyectos, y los libros.

SURGIMIENTO DE SU VOCACIÓN LITERARIA

Afortunadamente, nací entre libros, vivo entre libros y me voy a morir entre libros. Toda la parte de arriba, todo lo que usted ve aquí, los armarios de esta casa, pues es una biblioteca que me ha costado mucho trabajo formar. Pero yo nací en Santa María la Ribera. Estoy orgulloso de haber nacido en la calle del Álamo, que hoy se llama Mariano Azuela.
Y en la casa donde nací, como era muy grande, había tres viviendas; en una de ellas estaba mi abuelo, Mariano Azuela; en otra estábamos nosotros, que éramos 8. Vivíamos en la casa del centro; en otra, que era la casa del fondo, estaban mi tío y sus hijos. Y mi padre era un magnífico lector. De modo que había tres bibliotecas: la biblioteca de mi abuelo, la de mi padre y la de mi tío. Pero muy especialmente la biblioteca de mi padre. Desde muy niño, hizo que los libros fueran mis compañeros de toda la vida.
Sin embargo, quiero decirle que yo no me orienté primero hacia la literatura. Fui un lector muy desordenado. Mi aspiración era ser violinista. Ahí tengo mi violín; toco de vez en cuando, pero ya no con el mismo entusiasmo de aquellos años.

LOS LIBROS EN SU VIDA

Mark Twain, Salgari, Julio Verne y un libro muy bonito, cursilón, que nos gustaba mucho en ese tiempo: Corazón, Diario de un niño. ¡La literatura infantil de la época!
Pero a mí me llamaban mucho la atención las biografías de músicos. Leí muchas biografías de músicos: de Mozart, de Händel, de Bach, la biografía de Paganini, El arco mágico, la de Beethoven, que me impresionó mucho.
Viví en tres ambientes: el de mi casa, que era el de una familia que se iba "adecentando","aburguesando"; el ambiente del barrio, un barrio fuerte, porque, afortunadamente, fui educado en escuelas oficiales, y un tercero, el ambiente de los Altos de Jalisco, porque nos llevaban de vacaciones largos meses del año a Lagos de Moreno.
Entonces, mi oído, sin darse cuenta, fue registrando esos tres lenguajes, más el lenguaje de los libros y el lenguaje musical. Desde entonces fui un lector desordenado, desaforado. Cuando me di cuenta de que no podía ser violinista, me propuse -¡hágame usted el favor!- ser ingeniero. Y ya estaba yo muy entusiasmado con cursos de matemáticas. Que fueron mi salvación las matemáticas: un mundo de enseñanza e investigación, viajes, ¡en fin! Y aunque di con las matemáticas, siempre fui un lector.
Además de las matemáticas, tomé la carrera de historia y me dediqué a la historia de la ciencia. Tengo textos publicados sobre historia de la ciencia.
Pero ya le digo, los libros me han acompañado toda la vida; han sido para mí fundamentales, no solamente como un goce o como un conocimiento del idioma, como un juego, sino un conocimiento de la historia y de uno mismo. Porque yo voy desde la historia hasta el psicoanálisis, de los laberintos del lenguaje hasta cuestiones sociológicas. No hay día que yo no tenga en mis lecturas, desde El Quijote hasta las ciencias de la probabilidad cuántica.

ARTURO AZUELA, PERIODISTA

Voy a festejar en el año 2005 mis cuarenta años de periodismo. En 1965 me acerqué por primera vez al periodismo para hacer divulgación de la ciencia. Pero en el ambiente del periodismo me encontré con muy buenos escritores, o a quienes iban a ser muy buenos escritores.
Primero traté directamente a Edmundo Valadés, que era el jefe editorial de Novedades, cuando escribí por primera vez artículos de divulgación científica.
Entonces comencé a ordenar mis lecturas: la novela de la revolución, el realismo mágico, lo real maravilloso, que la antinovela... Ya en esa etapa empecé a orientar mis lecturas literarias.
Como dije antes, viví, afortunadamente, rodeado de libros, por mis familiares; pero también del barrio bajo, del barrio duro y del lenguaje de los Altos de Jalisco. Todos estos lenguajes se recopilan en mi primera novela, que publiqué en el 74, hace ya más de 30 años, que ofrece ya un menú a los lectores de lo que voy a ser como escritor.

¿Por qué se considera afortunado de haber sido educado en escuelas públicas?

Eran las mejores escuelas en mi época. Uno tenía la oportunidad de convivir con personas de las más diferentes clases sociales, al menos en mi tiempo. Estaba el hijo de la tortillera, del carpintero, de algunos doctores, de abogados, de toreros... Convivíamos niños de muy diferentes orígenes, tanto provincianos como de la ciudad. Esa es una gran educación, una gran formación, ¡que no se olvida nunca!, que la trae uno arraigada en el alma, en la circulación.
Cuando le referimos el comentario escuchado por Club de Lectores de que la época en que dirigió la Facultad de Filosofía y Letras, según ex alumnos que la vivieron, fue un periodo dorado de gran ambiente académico, respondió con una sonrisa sorprendida.
¡Ah! ¡Yo no lo sabía! Pero eso era lo que yo buscaba, que se respirara un ambiente académico y al mismo tiempo universitario, que significa tolerancia, aceptar la discrepancia, el diálogo, el respeto a las elecciones. Por eso me costó tantos problemas, porque a las autoridades centrales no les gustaba la manera como yo dirigía. Soy un espíritu democrático y me tocó una época muy difícil, muy vertical. Pero estoy muy contento con lo que hice.
Estoy muy orgulloso de haber sido funcionario. Pero soy muy mal político, porque me llevo los problemas a la almohada. Y sufro, y no puedo estar comiendo sapos y culebras. Pero siempre, en todos los trabajos que tuve: La Casa del Lago, la dirección de la Revista de la Universidad, el Sistema de Universidad Abierta, en Bellas Artes, en Literatura, la Facultad de Filosofía y Letras -que fue para mí una cumbre-, en todos ellos traté de ser un buen funcionario. Siempre de puertas abiertas. Traté de ofrecerles lo mejor a los jóvenes.
Luego está la otra cara de la moneda, los políticos profesionales, que lo acosan a uno, que lo calumnian. ¡Es muy duro! Pero yo no lo lamento. Ya viví esa etapa; ahora está muy lejos de mí. Está cerrada. Ahora estoy dedicado plenamente a mis lecturas, mis libros, mis cosas. La literatura me ha salvado, no solamente de la política, sino también de mis malestares físicos. Ahorita ya estoy del otro lado. Hace poco hice una lista de semblanzas de profesores y de universitarios destacados, que pienso publicar próximamente.

¿DIFERENCIAS ENTRE LOS JÓVENES DE ENTONCES Y LOS DE AHORA?


Los jóvenes de ahora tienen más libertad, menos prejuicios. Pero, al mismo tiempo, siento que rompen un poco el ritmo. Me refiero no sólo a los jóvenes mexicanos. Ahora que estoy enseñando en España veo que los jóvenes -¡qué barbaridad!-, a los 20 ó 21 años ya lo saben todo, ya lo han vivido todo, no sé hasta qué punto eso significa romper el ritmo de la naturaleza. ¿O así debe ser? Tengo un poco la duda. No sé; soy muy relativista.
En aquellos años los jóvenes no rompían tantos tabúes. Además, estábamos apenas en los prolegómenos para llegar a este proceso democrático. También era muy difícil para ellos, y muchos de aquellos jóvenes han fortalecido la vida democrática del país.

SU NOVELA ALAMEDA DE SANTA MARÍA


Tengo novelas clásicas y otras que son totalmente de vanguardia. Soy un espíritu clásico. Y Alameda de Santa María es totalmente clásica.
Además de ser una síntesis histórica de los casi 150 años del barrio, contiene un personaje que es tres en uno, una trinidad. Él y sus dos espectros van recorriendo el barrio y a través de él se hace la semblanza histórica. También aparece una mujer cuarentona que está muy metida en el mundo del esoterismo y representa más lo que está aconteciendo ahora en Santa María.
En ella me preocupé mucho por la estructura. Contiene tres momentos: el amanecer, el mediodía, el atardecer, y luego un epílogo, donde, fíjese que le di al clavo. Está publicado antes de que sucediera, pero en ese epílogo yo profetizo que el quiosco de Santa María iba a ser renovado. Recuerdo que paseé por ahí cuando estaban haciendo la renovación y pensé, "pero, ¿qué está pasando aquí? ¡Esto lo escribí yo!" Y fui invitado a la re inauguración del quiosco. Es una de las grandes satisfacciones que he tenido.

OTRAS NOVELAS

Tengo otras novelas de vanguardia con elementos muy novedosos. Para citarle tres: El matemático es una novela en la cual el lenguaje matemático es muy importante, que ha tenido mucha aceptación en las escuelas científicas, tecnológicas, de ingenieros. El Politécnico publica una edición preciosa. Está dirigida a esos jóvenes.
Otra, con la que me he hecho amigo de la gente del conservatorio, es Estuche para dos violines, con tema musical, pero es de avanzada, de vanguardia. Y Extravíos y maravillas, donde también se juega mucho con elementos históricos, y contiene un planteamiento muy novedoso, o varios, sobre los navegantes portugueses, el descubrimiento de América y la invasión de este continente.
Ahorita estoy escribiendo la historia de una mujer; espero que ahora sí me salga un personaje femenino, porque me salen muy bien las viejitas; pero un personaje femenino... Incluso he recibido reclamos de amigas que me dicen que por qué no hago personajes femeninos, que nada más viejitas, que no sé qué. Historia de un pasaporte es la historia de una periodista; espero que esta vez me salga bien.

CONSEJOS PARA LOS FORMADORES

Estoy convencido de que todo empieza en el hogar. Hay que hablar con los padres, los tíos, los hermanos mayores. El lector se hace fundamentalmente entre la infancia y la adolescencia. Hay casos extraordinarios y rarísimos de personas que ya adultas empiezan a leer; pero la lectura empieza en el hogar, entre la infancia y la adolescencia. Por eso es importante que se fomente la lectura en el hogar. ¡Cuando menos una lectura infantil, ahora que se están produciendo tantos buenos libros de literatura infantil! En las escuelas tiene que haber pláticas con las asociaciones de padres de familia para que estimulen la lectura en el hogar, y simultáneamente se fomente la lectura en la escuela.
Y también hacer lectura en voz alta. Es importantísima la lectura en voz alta. Mucha gente no sabe leer, no sabe detenerse, lo que es la puntuación, ¡el ritmo de la lectura! Es fundamental la lectura de buenos poemas para niños, prosa y fábulas. Una de mis prioridades es hacer que los jóvenes lean, pero no puede ser con una vara.

LOS MEDIOS ELECTRÓNICOS Y LA LECTURA

En realidad, actualmente se está leyendo más que nunca, frente a la pantalla de la computadora, en el correo electrónico, la internet; pero la lectura de libros es un placer infinito; los libros dan una intimidad con la lectura que no da la imagen, ni tampoco otros medios.
Por cierto, las mujeres leen más que los hombres. Tengo más lectoras que lectores... ¡Por eso tengo más enemigas! (Ríe con nosotros). Eso es por lo que debo tratar mejor un personaje femenino; a ver si ahora, en Historia de un pasaporte, me sale mejor. A ver si ya puedo ir entendiendo los intersticios del alma femenina.


Numero 11

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