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Rosario Castellanos
(1925-1974)

Rosario Castellanos Figueroa nació en la ciudad de México en mayo de 1925 y murió en Tel Aviv, Israel, en agosto de 1974. Su infancia y parte de su adolescencia la vivió en Comitán y en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Posteriormente emigró a la ciudad de México donde, en 1950, se graduó como maestra en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). A principios de los años cincuentas realizó estudios de estética y estilística en la Universidad de Madrid. A su regreso de Europa impartió cursos en universidades mexicanas y estadounidenses.

Radicó un tiempo en Chiapas, durante el cual fue promotora cultural del Instituto Chiapaneco de laCultura y el Instituto Nacional Indigenista, directora de un grupo de teatro tzeltal-tzotzil, directora de Información y Prensa de la UNAM, secretaria del Pen Club (asociación de escritores a nivel mundial, con sede en París) y embajadora de México en Israel. Para comprender mejor a Rosario Castellanos y su obra debemos recordar que ambas se desarrollaron en un tiempo de conflictos mundiales y de ideologías radicalizadas: la lucha entre Oriente y Occidente, entre el comunismo y el capitalismo, entre la Unión Soviética y Estados Unidos, y los problemas irresueltos de etnicidad y territorialidad en el Medio Oriente. Es quizá por eso que la soledad se convierte en una de sus musas:

Apelación al solitario

Es necesario, a veces, encontrar compañía.
Amigo, no es posible ni nacer ni morir
sino con otro. Es bueno
que la amistad le quite
al trabajo esa cara de castigo
y a la alegría ese aire ilícito de robo.
¿Cómo podrás estar solo a la hora
completa, en que las cosas y tú hablan y hablan,
hasta el amanecer?

La obra de Rosario Castellanos tiene el precedente de sus tiempos. Era la época en que la literatura seguía signada por la obra del hombre, por lo masculino. Frente a ello, la autora buscaba una forma distinta de existir como mujer.

Meditación en el umbral (fragmento)

No, no es la solución tirarse bajo un tren como
la Ana de Tolstoi ni apurar el arsénico de Madame
Bovary ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo antes de liarse el manto a
la cabeza y comenzar a actuar. Ni concluir las leyes
geométricas contando las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución escribir,
mientras llegan las visitas, en la sala de estar de la
familia Austen ni encerrarse en el ático de alguna
residencia de la Nueva Inglaterra y soñar, con la
Biblia de los Dickinson, debajo de una almohada
de soltera. Debe haber otro modo que no se llame
Safo ni Mesalina ni María Egipciaca ni Magdalena ni
Clemencia Isaura. Otro modo de ser humano y libre.Otro modo de ser.

Rosario Castellanos siempre se manifestó como una intelectual que se encontraba en la primera línea de un frente contra la discriminación, la inferiorización y la desigualdad de relaciones y derechos que corresponden a la mujer.

La paradoja es la siguiente: Después de la trágica muerte de esta gloria de las letras mexicanas en Tel Aviv, Israel, al año siguiente, 1975, ya sin su presencia, se celebró el Año Internacional de la Mujer, iniciativa por la que Rosario Castellanos Figueroa luchó y que ya no pudo ver culminada.

Destino

Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen se vuelve
—antes que lo devoren— (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos.


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